Escucharemos tantas veces la palabra “Destroy”, seguida de una risa socarrona, que en algún punto empezaremos a pensar que el juego realmente se ríe de nosotros.
New Super Pretentious Machine, el juego creado por Nonsense Arts (Nicolás Recabarren Da Dalt y Tomás Batista) es quizá la representación perfecta de la máxima de Murphy: “Si algo puede salir mal, saldrá mal”. Y es que realmente no importa qué tan bien hagamos las cosas o qué tanto planifiquemos nuestro siguiente movimiento, algo va a suceder que nos va a tirar todo a la basura y volveremos a escuchar “Destroy”, la risa, y el inicio de la melodía.
En el juego, de gráfica sumamente minimalista, tomamos el control de un cuadro que debe recoger otros cuadros de color rosa (coins) al mismo tiempo que debemos esquivar proyectiles, rayos, y prestar atención al suelo que se mueve, aparece y desaparece caóticamente. En principio el objetivo se supone sencillo: agarrar la mayor cantidad de coins posible. Sin embargo desde el primer momento aprendemos que todo el medio ambiente está en nuestra contra, es nuestro enemigo. Incluso esos cuadraditos rosa que se supone que debemos capturar. Cada vez que tomamos uno nos modifica una característica (mayor o menor salto, velocidad, respuesta), lo que nos va a dificultar movernos en el pequeño pero peligroso ecosistema depredador.
El tiempo de juego se alterna entre “día” y “noche”, períodos representados por un rombo en el “cielo” a modo de Sol, que nos indica a medida que se achica (atardecer/amanecer) que se aproxima la siguiente etapa. Y la siguiente etapa nunca es buena: si durante el día tenemos que resistir tomando en cuenta todo lo anteriormente explicado, durante la noche el ritmo, aunque más corto, es aún más frenético.
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En sí el juego es una representación de la espontaneidad y la inútil resistencia de la planificación. Podemos intentar doblarle la mano al destino pero tarde o temprano un movimiento en falso, una modificación inconveniente del terreno, un proyectil que nos atrapa encerrados entre paredes, o simplemente un cuadradito rosa que nos da la característica incorrecta en el momento equivocado, nos puede hacer volver la cuenta a cero y a empezar de nuevo, mientras escuchamos esa risa desde algún lugar de ese universo como una deidad que nos advierte que el refrán “el hombre propone y Dios dispone” es más que un refrán.
La curva de aprendizaje es muy rápida, pero moriremos muchas veces hasta entender cómo funciona el mundo en el que vivimos, cómo se comportan los elementos con los que nos toca convivir y cómo reaccionan según sea de día o de noche. Y aún cuando comprendamos todo esto, la mano invisible de la incertidumbre nos seguirá matando una y otra vez, sólo para advertirnos que todo es un aprendizaje constante.
Entonces ¿Por qué jugar este juego? ¿Qué tiene de atractivo algo que constantemente nos está diciendo en la cara que no importa lo que hagamos, más tarde o más temprano nos vamos a quedar sin nada? Respondo: ¿Acaso la vida no es eso mismo? Y a estas alturas deberíamos saber que este no es un juego para divertirnos y distraernos de la realidad, sino todo lo contrario. Es, se me antoja, una leve metáfora de la vida humana y su necesidad de “durar” en la siempre hostil sociedad.
Por el momento sólo está disponible para Android, aunque no se descarta la adaptación a otros sistemas. También está disponible una versión para escritorio que puede ser jugada en Gamejolt aunque no es la versión final. El juego es de descarga gratuita y tiene pequeñas publicidades que aparecen mientras jugamos, pero son imperceptibles y no molestan la jugabilidad para nada.
Me gustaría decirles que es un juego para pasar el rato, para jugar en esos momentos de tiempo muerto, pero en realidad es un juego para prestarle atención, para sumergirse en la metáfora e intentar llegar a lo más alto del highscore como si la vida dependiera de ello. No es para ansiosos ni para los que quieren todo fácil; es para tenaces, para luchadores, para los que no se rinden aunque se caigan una y otra vez.
Como la vida misma.