El siguiente análisis fue realizado sobre el libro “Pedagogía. Teoría general de la educación” de Víctor Matías Rodríguez Rivera analizando los capítulos siguientes: Capítulo 3. Teoría general de la educación y Capítulo 4. Las dimensiones de la educación.
Considero importante iniciar abordando el concepto de educación, el cual es un proceso de desarrollo individual y que de manera simultánea también genera un desarrollo social, por lo cual se dice que todas las investigaciones no pueden extraerse desde la subjetividad humana lo cual sucede en todas las ciencias sociales, ya que el hombre tiende a dirigir su mirada a producir conocimientos sobre sí mismo, es decir el sujeto es parte del objeto, el sujeto es producto y productor del objeto, explicado por Rodríguez (2017, p.43).
De acuerdo con el diccionario de la lengua española la palabra educar vienen del latín educare y se centra en la acción de desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales del niño o del joven por medio de preceptos, ejercicios, ejemplos, etc. Por ejemplo educar la inteligencia, la voluntad.
Para Rodríguez (2017) la palabra educación presenta dos sentidos el primero viene del latín educare, que significa criar, nutrir, alimentar por tanto se da la idea de alimentación que se ejerce desde fuera, esta es la base para la práctica educativa tradicional. El segundo sentido de educación proviene de exducere que significa sacar, llevar o conducir de dentro hacia fuera; lo cual da idea de crecimiento y desarrollo, de estos dos sentidos surge la “educación o escuela nueva” que es basada en la responsabilidad y libertad del educando. Cabe destacar que la “verdadera formación” es el proceso que sintetiza con armonía ambas direcciones (p.45).
A lo largo de la historia también sea buscado determinar cuáles son los fines de la educación y entender por qué ésta y la vida humana tienen un “para qué”. De acuerdo con Rodríguez (2017) la respuesta general sobre esta pregunta está contenida en los fines de la (filosofía) y en la teleología pedagógica, la cual contiene finales, ideales y por extensión, valores y actitudes que impactan al individuo. Los fines se presentan ante el individuo en forma concreta (externa) y por tanto objetiva, así precisan el para qué de la existencia humana. Por su parte, ideales, valores y actitudes son percepciones anímicas (internas) y por consecuencias subjetivas. Ambas percepciones objetivas y subjetivas constituyen paradigmas que norman la esencia y el desarrollo de la personalidad en su dimensión individual y social (p.46)
Rodríguez (2017) señalo que desde el siglo XVIII hasta nuestros días, la ciencia pedagógica no olvida la importancia que los fines juegan en el proceso de la educación; incluso los destaca como factores del desarrollo de la motivación y se advierte que estos fines cambian al modificar las estructuras sociales y que son producto del espacio-tiempo que viven las sociedades y responden a diversos factores como son los económicos, políticos o sociales; son producto de una concepción filosófica y de su consecuente modelo de sociedad (p.47).
Con base en lo anterior se puede determinar que el proceso educativo es un sistema que permite a los estudiantes adquirir conocimientos para así desarrollar habilidades y valores es decir facilita el aprendizaje. Rodríguez (2017) señala que la educación es el proceso por el cual la naturaleza del hombre cubre su curso normal, así se explica y cobra vigencia el primer momento del proceso educativo: la crianza, percibida como cuidado, abrigo, alimentación, protección, sin los cuales sería imposible la pervivencia del ser humano (p.49).
En el proceso educativo intervienen cuatro elementos llamados categorías o figuras pedagógicas que son: educando, educador (ambos pertenecen a la comunidad educativa), el contenido cultural y los poderes educadores, explicado por Rodríguez (2017, p.58).
Con base en lo anterior Rodríguez (2017) reconoce dos individuos en el proceso educativo los cuales tienen funciones específicas, por tanto el proceso de la educación se realiza a través de actos educativos o pedagógicos, mismos que pueden ser intencionales, deliberados o voluntarios. Estos actos son cumplidos por individuos formados (educador) y por seres en pleno proceso de formación (educando) esto ocurre incluso en la autoeducación, en donde el mismo educando se desdobla en educando y educador en sí mismo (p.61).
En lo personal considero que el texto de Rodríguez (2017) es atinado, dado que mi aprendizaje ha sido fuertemente desarrollado a través de la crianza de mi madre, quien tomó la decisión de renunciar a su trabajo de oficina donde conoció a mi padre y concluyó que debía criarnos y educarnos de tiempo completo a mi hermana y a mí. Recuerdo su firmeza para apoyarnos en nuestras tareas durante los seis años de primaria, en los cuales se tomaba el tiempo para apoyarnos a realizar nuestros trabajos y asegurarse que fueran completados, motivándonos a ser buenos estudiantes y premiándonos con la condición de terminar pronto nuestras tareas para así poder salir a jugar, ver televisión o jugar videojuegos; estoy seguro que sin su guía y apoyo a tan temprana edad no hubiera podido realizar mis actividades de forma autónoma durante la secundaria, momento en el cual ella decidió regresar a trabajar y nosotros debíamos realizar todas nuestras actividades académicas y obtener buenas calificaciones.
Posteriormente durante mi educación universitaria, tuve la fortuna de recibir clases por parte de docentes comprometidos y de gran calidad los cuales construyeron en mí una serie de valores como la ética, la moral, la calidad en mi trabajo, el apoyo a mis compañeros en trabajos de equipo y de manera contrastante también conocí a profesores que carecían de toda vocación de la enseñanza, mostrando actitudes lamentables, antiéticas y expresiones contra la institución y los mismos alumnos; lo cual formo en mí un sentido de crítica social y académica que me encaminó a desarrollar la idea de convertirme un día en un gran profesor que siempre motivara a sus alumnos a ser mejores personas y así demostrar comportamientos totalmente contrarios a los profesores que carecían de vocación, calidad y amor por la enseñanza, tal como plantea Rodríguez (2017) al sostener que:
“el mejor educador, y por extensión el mejor maestro, es el maestro motivador, pues este envía mensajes superiores a la simple información, despierta latencia de vida, promueve e impulsa dinamizar y sienta las bases espirituales para que todo hombre o mujer construyan proyecto existencial y su logro lo basen en la auto educación; por tanto promueve el desarrollo de las fuerzas que subyacen en él.”
De acuerdo con Rodríguez (2017) señala cinco momentos dentro del proceso educativo el cual considera que es un largo camino que inicia desde el nacimiento y termina hasta la muerte, estos momentos son: la crianza, el adiestramiento, la instrucción, la educación y por último la autoeducación.
La crianza se mantiene en el plano biológico, donde se asegura la subsistencia orgánica del ser. El adiestramiento es la adquisición de hábitos, habilidades y mecanismos de adaptación y reacción al medio. La instrucción, se establece a través de dos elementos fundamentales, el maestro y alumno. La instrucción constituye la base para poseer informaciones y conocimientos expresados en bienes de cultura, tanto provenientes del ambiente social (escuela de la vida) como del ambiente institucionalizado (vida escolar). El cuarto momento es la educación, con los sujetos del educando y educador quienes establecen en forma íntima, directa, una relación profunda, espiritual que no apunta sólo el bien de cultura, sino al valor, que intenta afectar la personalidad integral del educando (p.55-57)
Finalmente, Rodríguez (2017) señala que el último momento del proceso general surge la autoeducación, la voluntad de desarrollo autónomo. En todos los momentos anteriores ha existido la presencia física del educando y educador, la intervención del segundo ha permitido conducir al primero hacia los umbrales en donde sucede la autoeducación, que se caracteriza por ser una auténtica y verdadera maduración, formación del hombre y que consiste en la autonomía, toma sensata de decisiones, alegría y propósitos definidos de vivir (p.57).









